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HACIA UNA POÉTICA ARQUITECTÓNICA
Alternativas contra el desarrollo urbano
Proemio

 

"Una tela, una escultura, una danza son, a su manera, poemas. Y esa manera no es muy distinta a la del poema hecho de palabras. La diversidad de las artes no impide su unidad. Más bien la subraya.”. Nos enseñó paciente Octavio Paz con la sabiduría visionaria de un maestro del espíritu, al tensar el arco y pulsar la lira.
Esta unidad de las artes parece ser un distintivo de la imaginación creativa en el umbral del nuevo milenio, cuando las tecnologías de la información aplicadas en las publicaciones multimedios, conforman espacios de lectura en los que confluyen el texto y el hipertexto, la imagen fija y en movimiento, la voz, la música, lo real y lo virtual, la poesía en la práctica. Configurándose el lector como coautor, a partir de la interactividad que caracteriza a estas obras.
“Por otra parte hay poesía sin poemas; paisajes, personas y hechos suelen ser poéticos: son poesía sin ser poemas... Un poema es una obra. La poesía se polariza, se congrega y aísla en un producto humano: cuadro, canción, tragedia. Lo poético es poesía en estado amorfo; el poema es creación poesía erguida. Sólo en el poema la poesía se aísla y revela plenamente... El poema no es una forma literaria sino el lugar de encuentro entre la poesía y el hombre.” (0)

 


En este trabajo sostengo que la ambición de una poesía total es el mejor antídoto para enfrentar críticamente los mitos derivados del progreso y el desarrollo urbano. Fue originado en el Seminario de Poética, impartido por Horacio Quiroga y quien suscribe, en el Centro de Investigación y Estudios de Posgrado de la Facultad de Arquitectura de la UNAM en los años de 1997 y 1998. Su propósito es contribuir a una reflexión crítica sobre la creación inspirada de los espacios habitados por los hombres, o lo que no es lo mismo, pero parece igual; cómo hacer más habitable el mundo desde la ambiciosa perspectiva de que todo sea poesía.


LA NATURALEZA DE LA POESÍA
De poiesis natura


Intentar definir la naturaleza de la poesía es tanto como pedirle al lector que sea racional, utilizando su intuición y emociones.
La poesía no es susceptible de ser definida, al menos, no en los términos impuestos por la lógica de la razón, sino sólo eventualmente en sus propios términos poéticos, que son, por su misma naturaleza, lógicamente inaprensibles.


1.1

Al cruzar el umbral de la poesía, como a la entrada del infierno, una obligación se nos impone:



QUI SI CONVIEN LASCIARE OGNI SOSPETTO
OGNI VILTÁ CONVIEN CHE QUI SIA MORTA
(Déjese aquí toda suspicacia,
es conveniente ultimar aquí toda vileza)

Dante (1)

1.2
Y si lógicamente es imposible intentar definir la poesía ¿cómo acercarnos entonces a su insondable naturaleza?
La poesía es un estado del espíritu que evoca no sólo a la palabra escrita y los versos como género literario, sino que también convoca a los ámbitos del espacio visual y del espacio acústico del tétrade de McLuhan (2), así como apunta también hacia una poética del espacio arquitectónico entre otros aspectos del hacer creador.


1.3

La poesía no se define; se siente. Así como el depredador siente a la presa; así también cualquiera puede quedar extasiado al sentir el firmamento estrellado, o los ojos de la mujer amada (o viceversa), como un acontecimiento poético en su existencia. Es por esto, que al intentar acotar con los métodos y sistemas del hemisferio izquierdo lo poético, llegamos a la conclusión ¿razonada? que los significados son del intelecto pero la poesía no.


1.4

Hablar de lo poético en los tiempos del globalitarismo (entendido como la fase superior del imperialismo) y del histérico narco terrorismo del mayor criminal organizado que es el estado, representa aparentemente, un anacronismo sin sentido. Sin embargo, provisto paradójicamente de profundos pero sutiles significados y enigmáticas interrogantes, visualizados en el contexto de una práctica poética libertaria. Práctica poética que deviene en práctica política, en la que se reconoce que la ignorancia crea a los resignados, de la misma forma que el hacer inspirado de lo poético puede crear a los rebeldes.


1.5

La práctica creadora y en general el hacer inspirado, son hijos de la libertad; cimiento y simiente, en el que se sustenta y florece la práctica poética, contrapuesta, por esa tradición de la ruptura (como caracteriza Paz a las vanguardias), a la ficción adormecedora llamada cultura oficial de los diversos, ogros filantrópicos, o gobiernos de los estados nacionales. Pues bien sabemos desde la revuelta de Espartaco, hasta las modernas técnicas de “bombas inteligentes”, como ya lo señaló Stirner que; “en manos del estado, la fuerza se llama derecho, en manos del individuo, se llama crimen.” (3)


1.6

En esta perspectiva de la práctica poética, como una práctica política creadora, cobran actualidad las últimas palabras de Santayana en sus Tres poetas filósofos:
“Una extensión del arte, entonces, estaría en la dirección de hacer gustosamente, artísticamente, todo lo que tuviésemos que hacer... el poeta total o filosófico, como Homero o como Shakespeare, sería un poeta de negocios. Sabría gustar del mundo en el cual le había tocado vivir, y del cual tendría bastante idea.” (4)


1.7

Recordemos a Blake; “Quién desea y no actúa engendra podredumbre.” (5) Actuar es condición necesaria aunque no suficiente de esta práctica poética, pues como señala Zaid: “Un hombre creador que no es práctico es un mal artista. Un hombre práctico que no es un creador, no es un hombre práctico, es un burro de noria.” Y más adelante concluye; “Lo que no favorece la plenitud de la vida humana y sólo sirve como distintivo para entrar a la cofradía de los cultos, surge de la misma aberración que autoriza a los mercaderes y políticos para contaminar el ámbito vital.” (6)


1.8

“Hay que ver la poesía en la práctica; en el mundo del trabajo y los negocios, del prestigio social y el poder político, de la ingeniería y las computadoras, de la vida amorosa y cotidiana.
La inspiración creadora no sólo hace versos; sopla y lo mueve todo. En ese movimiento, la práctica no es algo estrecho, mecánico y sin misterio, sino creación; y la poesía es práctica; hace más habitable el mundo.”


1.9

“Alguna vez lo músico fue todo lo inspirado por las musas, no una especialidad. Alguna vez poesía y práctica fueron sinónimos, con poca diferencia. Hacer cosas (produciéndolas, fabricándolas, inventándolas, escribiéndolas) era poiein (de donde viene poesía). Hacer cosas (en el mundo de la acción) era práttein (de donde viene práctica). Desgraciadamente, la poesía se ha vuelto cosa de especialistas y como muy opuesta a la práctica. Pero hay que verla en todo hacer inspirado.” (7)

 

1.10
Hay que hacer la poesía en la práctica; en la cocina y en la cama; en lo trivial y lo trascendente; en los negocios y en el ocio creador, en la construcción de nuestras vidas como poetas y arquitectos de nuestro destino en un mundo más habitable, esto es, menos violento, injusto y miserable. Quizá sólo basta para ello como condición necesaria, aunque desde luego nunca suficiente, crear aquí y ahora una práctica poética en nuestra vida cotidiana.

“Se voluntariamente pobre y no te faltará nada. Busca la riqueza y serás miserable” aconsejaba Gandhi.
Braulio Hornedo Rocha
Cuernavaca, Mor.


Referencias
(0) PAZ, Octavio. El arco y la lira. FCE. México
(1) ALIGHIERI, Dante. La divina comedia. Editorial Sudamericana. Bs. As. 1957
(2) MCLUHAN, Marshall. POWERS, B. La aldea global. Gedisa. Barcelona 1995
(3) STIRNER, Max. El único y su propiedad. Juan Pablos Editor. México 1976
(4) BLAKE, William. Obra poética. Ediciones 29. Barcelona 1980
(5) SANTAYANA, George. Tres poetas filósofos, en Zaid La poesía en la práctica
(6) ZAID, Gabriel Ensayos sobre poesía. Obras Vol. 2. El Colegio Nacional. México. 1993
(7) ZAID, Gabriel. La poesía en la práctica. Fondo de Cultura Económica. México. 1984

 

 

 

 

HACIA UNA POÉTICA ARQUITECTÓNICA


Encontrar los cimientos de una poética arquitectónica es el propósito central de las reflexiones aquí presentadas. Explorar los principales aspectos de este hacer inspirado en el arte de construir los espacios habitables por los hombres es la finalidad de este ensayo.
El ensayo es el centauro de los géneros -decía Alfonso Reyes- esta mezcla entre literatura y saber científico, entre la bestia y el hombre, entre la locura y la razón; no es sólo divulgación de un saber de segunda mano, sino un desdoblamiento mágico de la autoridad literaria del autor, en la conciencia crítica del lector. El ensayo es la ciencia menos la prueba propuso Ortega y Gasset.
4.1


Aunque ya lo señalamos con anterioridad, nunca será suficiente el insistir, que cuando hablamos de poética, no sólo nos referimos a los versos escritos, sino a todo hacer inspirado que al crear hace más habitable el mundo.
Hacer más habitable el mundo es, en consecuencia, el oficio poético por excelencia, el oficio de habitar poéticamente es la misión de la práctica creativa en los diversos órdenes de la vida cotidiana de las mujeres y los hombres libres y creadores; particularmente el hacer arquitectura apunta en su definición misma a esta ambición desmesurada de que todo sea poesía, recordemos al poeta Hölderlin:

 

Pero lo que permanece, lo fundan los poetas

 

Martín Heidegger, filósofo alemán autor de Ser y tiempo una de las obras centrales de la filosofía moderna, en su vertiente del existencialismo, escribió en su libro: Interpretaciones sobre la poesía de Hölderlin un capítulo dedicado al poema Recuerdo en el que se analiza la manera en la que el hombre habita el mundo, pero cedamos la palabra al filósofo interpretando al poeta.
“Lo natural de un pueblo histórico, pues, empieza a ser naturaleza verdadera, esto es, fundamento esencial, cuando lo natural se ha hecho lo histórico en su historia. Para eso, la historia del pueblo debe encontrarse en lo suyo propio y habitar allí. Pero ¿cómo habita el hombre en esta tierra?. En amable azul florece se encuentran estas palabras (VI, 24):
Lleno de mérito, pero poéticamente habita el hombre en esta tierra.
Lleno de mérito, ciertamente está el hombre si crea obras en su actuación. Se pierde de vista lo que establece el hombre y por lo que se establece en la tierra, elaborándola, cansándola, y aprovechándola para defenderse a si mismo, para favorecer su actuación y asegurarla. Pero... ¿es todo eso ya el habitar que permite al hombre estar ya en casa en lo verdadero, en que puede detenerse? Todo realizar y obrar, construir y usar no deja de ser “cultura”. Ésta es siempre solamente, y siempre ya, la consecuencia de un habitar. Pero éste es poético. Pero ¿cómo, de donde y cuándo llega lo poético? ¿Es un producto (sólo) de los poetas? ¿O los poetas y lo poético están en cada caso determinados por la poesía? Pero ¿cuál es la esencia de la poesía? ¿Quién la determina? ¿Se puede deducir esta esencia de los muchos méritos del hombre en esta tierra? Eso parece, porque la opinión moderna cuenta a los poetas entre los que actúan creativamente y los poemas entre las realizaciones de la cultura. Pero si, según la expresión del poeta, lo poético opone a todo mérito y no forma parte del mérito del hombre, si lo poético tampoco existe en sí en ninguna parte, ¿cómo podrían los hombres entonces experimentar lo poético para residir en su ley esencial? ¿Quién más podría pensar la esencia de la poesía sino los poetas? Así ha de haber poetas que empiecen por designar ellos mismo lo “poético” y cimentarlo como fundamento del habitar. Con vistas a esa fundamentación, esos poetas deben empezar ellos mismos por habitar poéticamente.”

 


Esta larga cita de Heidegger es el basamento principal en el que sustentamos la tesis de nuestra poética arquitectónica, para cimentar en lo poético, la simiente del habitar, para construir los fundamentos de una poética del espacio arquitectónico; que va de lo infinitesimal a lo inconmensurable. De la plenitud del ser a la totalidad de la nada. De la inmersión en el inmenso espacio interior en su intersección con el insondable espacio universal. Del instante sin tiempo en que florece -como un rayo de tinieblas- la poesía; para recordar como arquitectos, que lo que dura es obra de poetas arquitectos.

Esta idea también es tratada por Lefebvre al indicar que habitar y expresarse son las dos características básicas del hombre. De manera que el campo de acción de la poesía es el lenguaje que expresa y habita el mundo por el hombre. No es ni económica, ni social, ni políticamente que ha hecho de esta tierra su morada, sino poéticamente, con la palabra fundadora del ser, con el ejercer el ser para crear y hacer el mundo más habitable.
Pero como una inexplicable ironía, la práctica profesional de los arquitectos dista mucho en sus obras, de hacer efectivamente más habitable el mundo; al tiempo que unas pocas excepciones parecen venir a confirmar la regla, y todavía peor, pues de estas pocas, no todas son resultado de la participación deliberada de los profesionales de la arquitectura.
4.2


La poética arquitectónica, como la poética en general, quiere decir en el sentido exacto de la palabra, “el estudio de la obra que va a realizarse. El verbo poiein, del cual proviene, no significa otra cosa sino hacer.” Establece el maestro Igor Strawinsky al inicio de sus conferencias en Harvard en la cátedra Charles Norton Eliot, a las que tituló: Poética musical.
Parafraseando a Borges, creo que la reflexión sobre la poética arquitectónica puede llegar a "enseñarnos a eludir equivocaciones, no a merecer hallazgos. Nos revela nuestras imposibilidades, nuestros severos límites." No podemos considerarla como el compendio infalible o la normativa plena para la obra maestra, sino apenas como el largo catálogo de las tentativas y fracasos que nos han precedido, referidos en breves líneas a continuación, mediante una serie de dualidades; siempre evasivas, misteriosas y variantes.
4.3

 


I.- LIBERTAD - PODER
(Primera dualidad)


Los hombres más poderosos han inspirado siempre a los arquitectos, escribe Nietzsche, para señalar este vínculo indisoluble entre arquitectura y poder; desde los faraones y los arquitectos de las pirámides; pasando por Miguel Angel y el Papa Julio II; hasta Guggenheim y Wright, o Güell y Gaudí, sin olvidar por supuesto a Hitler y Albert Speer, y en general las iglesias y los gobiernos de ayer y hoy.
El afán que los arquitectos han demostrado en los tiempos recientes de profesionales universitarios, para ser considerados como el jefe de los constructores, resulta en realidad, un siniestro juego de palabras que va más allá de las mismas, al ser puestos en evidencia; como los constructores para los jefes.
4.4


Por esta razón resulta natural que en nuestros días se hable de los arquitectos como de una especie de policía blanda, según señala Goodman:
“Somos algo más sofisticado, más educado, socialmente más consciente que los generales -somos la poli blanda-. Los arquitectos y urbanistas quieren el “cambio social”; manejan palabras, dibujos, programas y edificación, no fusiles y napalm. Pero por lo común, el tipo de “cambio social” de que se trata, lo reconozcan o no, consiste en organizar a los oprimidos dentro de un sistema incapaz de asegurarles una existencia humana, pacificándolos con las exiguas concesiones de la asistencia social, destinadas a mantener el status quo.”
4.5


 

II.- INDIVIDUO - SOCIEDAD
(Segunda dualidad)


Como diseñador urbano, el arquitecto se ve a si mismo como el hombre que dicta el diseño del entorno en su totalidad. Tal megalomanía se basa en imponer al grupo social todo, los dictados de orden del urbanista. El presidente del Instituto de Arquitectos Americanos decía al principio de la década de los sesentas::
“Todo el rededor producido por la arquitectura dentro de los próximos 40 años puede llegar a ser más importante que la Edad de Oro de Grecia, superar la gloria de Roma y brillar por encima del Renacimiento. Ese objetivo será posible con tal de que el arquitecto asuma otra vez su papel histórico como Constructor en Jefe. En ese papel, tiene que retener el control básico, no sólo de la edificación aislada, sino de todo el diseño relativo al rededor creado por el hombre.” Blesing
4.6


Por esos mismos años 60’s, la Internacional Situacionista, un movimiento de inspiración libertaria, realizaba la crítica del urbanismo al señalar que el capitalismo moderno hace renunciar a toda crítica por el chantaje de que “hace falta un techo”, lo mismo que pasa con la televisión con el pretexto de que la “información y la diversión son igualmente necesarias”. Todo lo que conduzca a olvidar la evidencia de que; esta “información-diversión” y este modo de “alojamiento” no están hechos por las gentes, por el contrario; se hacen sin ellos, contra ellos, es parte del papel del arquitecto y el urbanista.
De tal manera que el urbanismo bastará para mantener este orden social, sin tener que recurrir a la falta de delicadeza de las ametralladoras. El urbanismo es entonces, la realización concreta de los sueños de orden de los poderosos, y complementariamente una pesadilla en la vida cotidiana de los individuos. 4.7

 


III.- NATURAL - ARTIFICIAL
(Tercera dualidad)


La arquitectura es la modificación del ambiente natural, para adecuarlo a las necesidades humanas y adaptarnos a las condiciones que el medio nos impone. En esta simbiosis entre el hombre y el medio; la arquitectura representa algo así, como la cubierta exterior de nuestro cuerpo, como este lo es de nuestro espíritu. Salud para el cuerpo; libertad para el espíritu; armonía con el medio, tales han sido a lo largo de la historia, los criterios básicos en la tradición de la construcción por las diferentes culturas del mundo.
Pero en los dos últimos siglos la cultura occidental ha vuelto la espalda a estas tradiciones como resultado de la revolución industrial y la expansión urbana. De tal forma que lo natural en la arquitectura de hoy, es el ser artificial; al grado que la salud, libertad y armonía de otros tiempos se han transformado en; explotación, dominación y jerarquía.
4.8

 


Por el contrario, la poética de una arquitectura natural se basa en una filosofía de paz, armonía e integración entre el habitante, la casa y el ambiente. “Tal arquitectura -apunta J. Archer- reafirma nuestra unión con la tierra a través de la expresión de nuestra espiritualidad... Cuando entendamos nuestras acciones y nuestros hogares como himnos al universo, no nos costará ningún esfuerzo construir casas con alegría y belleza, auténticas creaciones del amor.”
Quizá la respuesta del gran Jefe Seattle a la oferta de Washington en 1854 para comprar una gran extensión de tierras de los pieles rojas, tenga ecos en la conciencia de los hombres y mujeres libres del próximo milenio.


“¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento ni aún el calor de la tierra... si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas... cómo podrán ustedes comprarlos?
Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo, cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los oscuros bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas.
Somos parte de la tierra y asimismo ella es parte de nosotros, las flores perfumadas son nuestras hermanas, el venado, el caballo, la gran águila; estos son nuestros hermanos, las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia.
El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre, los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed, son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida, el no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra a sus hijos, tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre la tierra, y a su hermano, el firmamento como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores.
Su apetito devora la tierra dejando atrás un desierto. No sé, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena los ojos del piel roja, pero quizá sea por que el piel roja es un salvaje y no comprende nada.
No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar como se abren las hojas de los árboles en primavera o como aletean los insectos. El ruido sólo parece insultar nuestros oídos, y después de todo ¿Para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque. Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie del estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del medio día o perfumado con aroma de pinos.
El aire tiene un valor inestimable para el piel roja ya que todos los seres comparten un mismo aliento -la bestia, el árbol,el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor... Deben recordar que el aire no es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene el viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, también recibe sus últimos suspiros.

Por ello consideramos su oferta de comprar nuestra tierra y decidimos no aceptarla, pues el hombre blanco debería tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.
Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en la praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una máquina humeante puede importar más que el búfalo, al que nosotros matamos sólo para sobrevivir.
¿Qué sería del hombre sin los animales si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual, por que lo que le suceda a los animales también le sucederá al hombre.
Todo va enlazado.
Deben enseñarle a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos, inculquen a sus hijos que la tierra está enriquecida con la vida de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra les ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a si mismos.
Esto sabemos; la tierra no pertenece al hombre, el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos todo va enlazado, como la sangre que une a una familia, todo va enlazado.”
4.9

 

 

IV.- EMOCIÓN - RAZÓN
(Cuarta dualidad)


La geometría, las matemáticas y la física, son las ciencias indeclinables para la formación elemental del arquitecto, sin ellas, su práctica poética ni siquiera puede aspirar a ser, mucho menos a ejercer el ser.
El pensamiento racional, lógico científico, es por tanto condición necesaria, aunque por supuesto no suficiente, en el proceso creativo del hacer arquitectura. La dualidad entre la razón y la emoción sigue diferentes gradaciones y cambia sus puntos de inflexión en diversos individuos, culturas y períodos históricos.
Nuestro fin de milenio marcado por el surgimiento de la cultura digital, anuncia ya la concreción de los sueños de LSD de Negroponte por una "máquina de la arquitectura" en esa paradoja de la realidad virtual, que terminará por ser una virtual realidad. La sociedad informatizada.
4.10

 


“Creo en la arquitectura emocional. Es muy importante para la humanidad que la arquitectura conmueva por su belleza. Si hay muchas soluciones técnicas igualmente válidas para un problema; la que le ofrece al usuario un mensaje de belleza y emoción; esa es la arquitectura.
Lo que a mí me interesa es desarrollar en los arquitectos la belleza de la arquitectura, una arquitectura emocional, por supuesto, sin descuidar en lo más mínimo la técnica ni el funcionalismo de los espacios que se van a usar.
Pueden crearse realmente ambientes y atmósferas que ayuden a vivir cómodamente y que funcionen también para el fin para el que se hacen en forma agradable y emotiva. Ahora se habla de arquitectura emocional.” Luis Barragán.
4.11

 


V,- LEVEDAD - PESO
(Quinta dualidad)


Para frasear a Ítalo Calvino; identificamos dos vocaciones opuestas que se disputan el hacer arquitectura a través de los siglos, una propone hacer del espacio un elemento sin peso, que flota sobre las cosas, como viento sutil al configurar el espacio que prevalece sobre la masa. La otra tiende a comunicar el peso, el espesor, la gravedad de lo concreto, esto es, cuando la masa prevalece sobre el espacio.
La pesadez, la inercia, la opacidad del mundo son rasgos que se adhieren con inusitada facilidad a la construcción descuidada por su misma naturaleza concreta. Por el contrario, la levedad supone un acto deliberado de creatividad que desafía la gravedad de la materia, no quiero decir con esto que la levedad es mejor que el peso, sino que aquella representa un reto por aligerar el peso natural de la materia, para sacar a luz los espacios que conforman la arquitectura. La levedad no significa vaguedad o abandono sino precisión y determinación.
4.12


De rerum natura de Lucrecio, ese grandioso primer poema enciclopédico sobre la naturaleza de lo material, nos advierte que la verdadera realidad de esa materia consiste en átomos intangibles, que el vacío es tan concreto como los cuerpos sólidos, dice Calvino:
“Hoy todas las ramas de la ciencia parecen querer demostrarnos que el mundo se apoya en entidades sutilísimas, como los mensajes del DNA, los impulsos de las neuronas, los quarks, los neutrinos errantes en el espacio desde el comienzo de los tiempos... Además la informática. Es cierto que el software no podría ejercitar los poderes de su levedad sin la pesadez del hardware, pero el software es el que manda, el que actúa sobre el mundo exterior y sobre las máquinas, que existen sólo en función del software...La segunda revolución industrial no se presenta como la primera, con imágenes aplastantes como laminadoras o coladas de acero, sino como los bits de un flujo de información que corre por circuitos en forma de impulsos electrónicos. Las máquinas de hierro siguen existiendo, pero obedecen a los bits sin peso.”
4.13

 


VI. LUMINOSIDAD - OSCURIDAD
(Sexta dualidad)


A diferencia de la penumbra prevaleciente en los espacios arquitectónicos hasta el pasado reciente, en nuestros días, dice González de León
“...tenemos otra necesidad de luz y sol. Requerimos para realizar nuestras actividades un entorno más luminoso y transparente. Es tal vez el gran cambio que ha tenido el espacio arquitectónico en el siglo XX; tiene más luz.”
La luz ha ejercido una gran fascinación entre los físicos por su compleja y evasiva naturaleza, sólo algunos arquitectos han logrado incorporarla en sus obras como un elemento generador de ritmos y texturas; de cadencias y murmullos; de voluptuosas caricias espirituales; de esas oscuras y luminosas sensaciones que provoca el recorrido emocionado de los espacios arquitectónicos en conjunción con el paso de la luz, de la luz natural a través del tiempo, pues esta es la dimensión articuladora en la percepción espacial de la arquitectura.
4.14


La luz, el tiempo y el espacio es la tríada que conforma el espacio arquitectónica, pues como escribió Le Corbusier:
“La arquitectura existe cuando hay emoción poética, la arquitectura es cosa plástica. La plástica es aquello que uno ve y que uno mide por los ojos.”
Complementariamente González de León, deja establecido en el vestíbulo de su Retrato de arquitecto con ciudad que;
“La arquitectura son volúmenes que envuelven y desenvuelven espacios. Y la experiencia del espacio sólo se hace en el trayecto del tiempo -con la cuarta dimensión- moviéndose, penetrando los volúmenes y los espacios... siento que la raíz profunda del proyecto arquitectónico consiste en crear una secuencia de espacios que incite al usuario a recorrer en libertad el edificio (Le Corbusier diría crear paseos arquitectónicos)” 4.15

 


VII.- CONSTRUCCIÓN - DESTRUCCIÓN
(Séptima dualidad)


Todo lo que nace habrá de morir, todo lo que se construye se destruirá, este inexorable ciclo de vida y muerte del que la arquitectura no está exenta, es claramente manifiesto en la “ciudad viva” de la que habla González de León y que siguiendo a Aldo Rossi puede considerarse como una gran manufactura, como una enorme y permanente obra arquitectónica que se va realizando a lo largo de mucho tiempo y por mucha gente. En distintas épocas y culturas las ciudades son moldeadas por sus habitantes. Destruyendo para construir, construyendo para ser destruido. De este proceso cíclico se va creando por “el azar, el diseño, el tiempo y la memoria... esa enorme arquitectura que es la ciudad.”
La ciudad entendida como “una visión de los hombres en el mundo y de los hombres como un mundo; un orden, una arquitectura” como lo expresa Octavio Paz.
4.16


La obra arquitectónica se enfrenta a tres enemigos mortales; el tiempo, la naturaleza y el hombre.
-El tiempo mide la acumulación de pequeños deterioros, naturales y artificiales, mismos que afectan la salud y la esperanza de vida del edificio.
-La naturaleza incide en un amplio rango de impactos, desde el gradual deterioro de la intemperie a largo plazo, hasta los efectos fulminantes de; terremotos, fenómenos climáticos y cósmicos.
-El hombre, paradójicamente, es también enemigo del hombre y de sus obras, ya sea directamente a través de las guerras tradicionales, o de esa otra forma de guerra contra la naturaleza que es la contaminación del ambiente. Así como de esa tercera variante bélica, de guerra light, la más discreta, pero no por ello menos letal, la derivada de la cultura del progreso, madre de todos los planes, programas y proyectos del desarrollo urbano, piel de oveja que malamente disimula al sagaz lobo especulador, padre del mercado inmobiliario.
La ciudad como una práctica mortal del grupo social en una memorable visión de José Emilio Pacheco, formulada como una ecuación de primer grado con una incógnita.
4.17

 


ECUACIÓN DE PRIMER GRADO CON UNA INCÓGNITA

Escuchar


En el último río de la ciudad, por error
o incongruencia fantasmagórica, vi
de repente un pez casi muerto. Boqueaba
envenenado por el agua inmunda, letal
como el aire nuestro. Que frenesí
el de sus labios redondos,
el cero móvil de su boca.


Tal vez la nada
o la palabra inexpresable,
la última voz
de la naturaleza en el valle.


Para él no había salvación
sino escoger entre dos formas de asfixia.
Y no me deja en paz la doble agonía,
el suplicio del agua y su habitante.


Su mirada doliente en mí,
su voluntad de ser escuchado,
su irrevocable sentencia.


Nunca sabré lo que intentaba decirme
el pez sin voz que sólo hablaba el idioma
omnipotente de nuestra madre la muerte
JEP



ANTIGUA HISTORIA


EL PRIMER ARQUITECTO
construyó los números,
la música son números
germinando en el silencio.

La arquitectura es
música congelada.
Libre y perenne,
piedra de vida y canto
en el espacio, con la luz y el tiempo.

Palabra fija,
poesía en movimiento.


BHR

 


Una tarde con árboles,
callada y encendida..
Las cosas su silencio
llevan como su esquila..
Tienen sombra: la aceptan.
Tienen nombre: lo olvidan.
Y tú, pastor del Ser,
tú la oveja perdida.

GZ