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Homero
bajo el
Volcán


Poema dramático en 8 cuadros y tres finales posibles

Dramaturgia de Cuernavaca, Teatro de frontera 20. Selección y prólogo Enrique Mijares.
Universidad Juárez del Estado de Durango/ Editorial Espacio Vacío
Durango, 2008, 146 pp.



"Homero en Cuernavaca es admiración y homenaje, erudición y juego, collage e intertextualidad, su propuesta estructural, simulación lúdica, con varias bifurcaciones y tres finales posibles, ubica a Braulio Hornedo en el excélsior del realismo virtual.

No sólo su conocimiento del hipertexto, ni su habilidad en el hardware y en el software, ni siquiera su profunda aplicación en el análisis de las obras completas de Alfonso Reyes que él se precia de citar casi de memoria ¡con lo extensa que es su producción!, ¡y su biografía!, que parece conocer a dedillo, sino su peculiar manera de deslizarse por entre los zarzales de la literatura universal para cortar los más selectos y pertinentes trozos, acomodarlos en esta especie de puzle y hacerlos brillar tanto en su particularidad como en su reciprocidad, lo que deslumbra y atrapa desde el inicio en esta obra monumental y al mismo tiempo sintética, metáfora y polisemia, elusión e ilusión.

Pita Amor, Jorge Luis Borges, Gabriel Méndez Plancarte, Salvador Díaz Mirón, Tomás de Iriarte, Oliverio Girondo, Mallarmé, Pessoa, Goethe, Paz, entre muchos otros, acuden a la cita y el resultado es absolutamente avasallador."

 

Enrique Mijares



Homero en Cuernavaca
¿Qué le hubiera costado a Dios
que todas fueran unos mangos?
Así cada uno tendría el suyo
y nunca hubiera ardido Troya.
Pero si todas fueran bonitas
y todos inteligentes,
¿quién cuidaría la tienda
de la Historia?

Gabriel Zaid

 


Basada en textos de Alfonso Reyes y Jorge Luis Borges, más dos poemas de Pita Amor y Salvador Novo. Selección, realización y edición:
Braulio Hornedo. Cuernavaca, Mor.


Para Marycruz: poeta de la vida cotidiana


Personajes:
El embajador
Cerca de los 50 años, bajo de estatura, bigote y prematuramente calvo, fornido, brazos cortos y manos regordetas. Viste el uniforme propio del servicio exterior a principios del siglo XX, condecoraciones y notorio plumaje. Se conduce con elegancia y mesura, contrastante con una agitada voz interior que lo ausenta eventualmente de su entorno.
El poeta
El mismo personaje, pero su vestimenta corresponde a la de un desenfadado turista contemporáneo en tierras tropicales; bermudas, camiseta, guaraches, lentes oscuros, puro y copa en las manos, binoculares colgando de su cuello cruzados a la bandolera.
La esposa
La esposa del embajador, de su misma edad, pero es considerablemente más alta que él.
El hijo
Fornido joven de quince años, aunque con cara de diez, es aún más alto que su madre, luce un incipiente esbozo de bigote.
Salambona
Atractiva mujer, veintitantos años, de seductora presencia, podría decirse que al caminar reverbera y canta el aire por el que transita.
La poetisa
Mujer de avanzada edad, cargada de maquillaje y grotescos adornos, contrastando con su elocuencia y vivacidad crítica.
Otros
Vendedores y comensales, mesera y transeúntes
Personajes virtuales (voz, o eventualmente presenciales)
Afrodita, Agamemnón, Aquiles, Briseida, Helena, Hera, Paris

 

Basada en textos de Alfonso Reyes, Pita Amor, Jorge Luis Borges, Salvador Novo y otros.
Realización, selección y edición: Braulio Hornedo

 

CUADRO 1
El week-end


Embajador. (En Bs. As. Mientras se va quitando, en su oficina, el uniforme del servicio exterior para quedar como el “poeta” en camiseta, bermudas y guaraches)
-”Repitiendo un poco lo que tengo dicho por ahí, voy a contar una breve historia: la historia del mundo, desde los orígenes hasta nuestros días. Cuando hayamos llegado al Nuevo Mundo, nos detendremos algunos instantes para averiguar lo que nos conviene hacer con América, este pedazo de planeta que nos ha tocado.
Dios creó el mundo en seis días y descansó el séptimo, de modo que inventó la semana. Para pasar el week-end no sabemos cómo se las arregló. Ahora, según dicen, pasa el week-end en Cuernavaca, que posee un clima privilegiado. Algunos habitantes de México y algunos visitantes del país vecino son de la misma opinión que Dios. Llegan a esta ciudad el viernes o el sábado de mañana, y el lunes ya están de regreso en su casa, entregados a sus habituales ocupaciones y aburrimientos.
Dios creó al hombre directamente, amasando el barro del suelo. Después fabricó a la mujer con una de las costillas del hombre, reducida a oficio de plastilina. Cuando la pareja por su desobediencia (desobediencia de que nació todo el destino humano) fue expulsada del Paraíso, entonces empezó la Historia. Pues en el Paraíso todo se daba gratis y no había necesidades. La Historia es hija de la Necesidad.
Las etapas de la Historia bien pueden resumirse así: la edad del fuego, la edad de la agricultura, la edad de las ciudades y, por último, la edad de la ciencia. En que ahora vivimos.
Se sienta en su escritorio y se prepara a leer
Los antiguos siempre sospecharon que hacia el Occidente, la región de la noche, la Tierra escondía algunos secretos. Los poetas soñaban con el reinado feliz del viejo Cronos, con estrellas nuevas, con escenarios maravillosos, como el de las Islas Bienaventuradas, donde todo se daría gratis; de modo que el sueño de la Edad de Oro, que Hesíodo situaba en el pasado, parecía situarse en el porvenir. Un buen día los turcos se apoderan de Constantinopla, cortan el camino de las mercaderías asiáticas rumbo a Europa; y entre otras cosas reducen la dieta europea, privándola momentáneamente de las especias. Sobreviene la conspiración de las cocinas y, por buscar un nuevo camino hacia el país de los condimentos, se da inesperadamente con América...” (1.1)
(Entra la esposa apresurada acomodándose el tocado, con una pila de sobres que pone sobre el escritorio, seguida de su hijo adolescente vistiéndose de mala gana mientras juega con un balero, yoyo o equivalente)


Esposa:
¿Pero cómo, todavía no estás vestido?, ¿acaso olvidaste la cena del embajador Ponce de León? ¡Vamos, apresúrate!, que no podemos llegar tarde.


Embajador:
Indiferente, revisando los sobres con desinterés, al fin se detiene en uno que abre precipitadamente, procediendo a leer su contenido.
-Vaya, lo que nos faltaba, otra vez el señor ministro me pide cambiar de residencia, en nombre de los altos intereses de la patria para representarla ahora en... Brasil, por supuesto, sólo de forma interina, mientras el embajador en funciones regresa a México para ser nada menos que... ¡candidato a la presidencia!
La esposa reaccionando airadamente


Esposa:
-! No puede ser! ¿y la escuela del niño, y los muebles y cortinas que recién mandamos hacer con tu sueldo para la recepción de la embajada , y mi jardín, y mis amigas “las locas” de la Plaza de Mayo?, y mi...
Sale llevándose a rastras a su hijo que no termina de vestirse, pues se mantuvo distraído jugando al balero. El embajador ensimismándose en su escritorio, adopta un tono reflexivo.


Embajador:
“-Bueno, la noticia debe tener algo positivo, espero que en Brasil voy a reposar de la excesiva mundanidad y a ocuparme de mi trabajo literario. Mis ojos frotados de paredes en Buenos Aires, descansarán con perspectivas más espaciosas... (subiendo los pies al escritorio)
Me imagino que voy a este semiparaíso del trópico en busca de algunos de esos secretos de felicidad o juventud perenne que se dan en la virtud de ciertas plantas o yerbas, o... mujeres maravillosas.” (1.2)
(Se oye la voz de la esposa gritando, lo que parece sacarlo del embeleso causado por sus últimas palabras).
Esposa:
-¿Ya estás listo? o debo terminar de vestirte como al niño.


BIFURCA-DECISIÓN
Embajador: De mala gana se empieza a vestir refunfuñando. (Cuadro 5)
Poeta: Decide que no va a la cena. (Cuadro 2)

 

 

CUADRO 2
Érase un perro


Se encuentra en los portales del centro de Cuernavaca, en una mesa con algunos libros, varias tazas y un cenicero rebosante, leyendo y escribiendo concentrado en su traducción de La Ilíada.
Poeta:
Bien que lo recuerdo, esa noche no fui a la cena, en cambio leí el manuscrito de un cuento titulado El aleph, que por timidez fingió dejar olvidado Jorge Luis sobre mi escritorio, mientras yo acompañaba a Victoria Ocampo y Pedro Henríquez Ureña a la puerta, donde Georgie nos alcanzó minutos después con su lento andar como de barco a la deriva.
Jorge Luis es un mago de las ideas. “Transforma todos los motivos que toca y los lleva a otro registro mental. Los solos títulos de sus libros hacen reflexionar sobre una nueva dimensión de las cosas y parece que nos lanzan a un paseo por la estratosfera: El tamaño de mi esperanza, Historia de la eternidad, Historia universal de la infamia, etc. Ya inventa una región inédita y olvidada del mundo, donde se pensaba de otro modo,... ya inventa a un escritor francés que se propone reescribir íntegro el texto del Quijote... ya imagina una biblioteca de todos los libros existentes y todos los libros posibles; ya una Babilonia gobernada, no por leyes sino por una especie de Lotería Nacional. Lo cual, bien mirado...” (2.1)
Pasa un vendedor de lotería y le ofrece un “cachito”, después un niño vendiendo chicles y otros más ofreciendo con insistencia; globos, dulces, paletas y otras muchas mercancías. Agobiado por la turba vendedora, voltea angustiado a su alrededor buscando ayuda. Inesperadamente un perro ahuyenta a los intrusos y meneando la cola muy ufano se echa a los pies del asombrado poeta.
Poeta:
Vaya, un perro amigo de los poetas. Si Héctor el del casco tremolante hubiera tenido un aliado como tú, canino amigo, quizá hubiera logrado vencer a los aqueos.
Yo, en este día, para reconocer tu noble gesto, honraré tu memoria escribiendo un breve relato al que titularé...
Se pone a escribir con gran rapidez y tras unos instantes comienza a leer en voz alta mientras escribe.


Érase un perro
“Por la terraza del hotel, en Cuernavaca, como los inacabables mendigos y los insolentes muchachillos del chicle, van y vienen perros callejeros, en busca de un bocado. Uno ha logrado conmoverme.
Es un pobre perro feo, pintado de negro y blanco, legañoso y despeinado siempre. Carece de encantos y de raza definida, pero posee imaginación, lo que lo enaltece en su escala. Como el hombre en el sofista griego -fundamento del arte y condición de nuestra dignidad filosófica-. es capaz de engañarse solo.
Se acerca siempre sin pedir nada, a objeto de que la realidad no lo defraude. Se tiende y enreda por los pies de los clientes, y así se figura tener amo. ¿Algún puntapié, algún mal modo, alguien que lo quiere echar de la terraza? El perro disimula, acepta el maltrato y vuelve, fiel: nada solicita, sólo quiere sentirse en dependencia, en domesticidad humana, su segunda naturaleza.
Los amos no son siempre afables, pero él entiende: los tiempos son duros, la gente no está de buen humor, los países andan revueltos, el dinero padece inflación, o sea que el trozo de carne está por las nubes. Toynbee diría que cruzamos una “era de tribulaciones” (age of troubles), algo como haberse metido en una densa polvareda. El perro entiende. Por lo pronto ya es mucha suerte tener amos, o forjárselos a voluntad.
A veces, una mano ociosa, a fuerza de hábito, le acaricia el lomo. Esto lo compensa de sus afanes: “Sí -se dice meneando el rabo-, tengo amo, amo tengo.”
Hay algo todavía más expresivo cuanto a la ilusión del pobre perro, y es que se siente guardián del hotel y gruñe a los demás perros y los persigue para que nadie moleste a sus señores ni mancille su propiedad.
Así de espaldas a sus semejantes, sentado frente a su humana quimera, alza la cabeza, entra en éxtasis de adoración -y menea el rabo. (¿La “servidumbre voluntaria”?)” (2.2)
Pasa Salambó Salambona frente a su mesa, como buscando a alguien y se sienta en la única mesa disponible hojeando una revista distraídamente. El poeta la sigue como acariciándola con la mirada. De repente se marcha apresurada.


BIFURCA-DECISIÓN
El poeta la sigue. (Cuadro 8)
El poeta sigue escribiendo. (Cuadro 3)

 


CUADRO 3
La poetisa indivisa


Poeta:
Trabajo poco y de mala gana, ni quiero ni puedo escribir, mi desinterés es universal. Tengo gran necesidad de reposo en soledad, pero nadie parece comprenderlo.
Paso días muy amargos en los que no logro someter el desinterés de la mano con la pereza del espíritu. Total incomprensión de mi gente. Me duele tanto que vivan reclamándome por desear la libertad para enfrentar a solas mi sufrimiento sin incomodar a nadie. ¡Y pensar que sólo deseo un poco de independencia económica que me permita leer y escribir en paz, ni que pidiera tanto! En fin, yo sé bien que “el amor al momento presente es el fundamento del espíritu clásico y este amor implica una alta convicción moral; la de que no hay más digna manera de vivir que cumplir cabalmente con todos los instantes de la vida.” (3.1)
Se pone a escribir mientras pide una bebida y prende otro cigarro.
Poeta (voz interior):
EN LA impaciente juventud, un día
vale una eternidad por lo que anhela,
por lo que ofrece y por lo que recela,
por lo que aguarda o lo que desconfía.
Acorta el tiempo su horizonte. Cría
su ruta reiterada cada vela.
Se camina tal vez, ya no se vuela,
Al menos, ésta fue la historia mía.
Se vuelve soledad la compañía,
porque la soledad colmada vela
el rostro de las cosas y no fía
sino en tejer y destejer su tela.
Al menos esta fue la historia mía,
y todo lo demás fue la novela. (3.2) Xp.210
Desde una mesa cercana la poetisa de espaldas escribe, dobla las páginas escritas como avioncitos y los lanza hacia la mesa del poeta, éste intrigado toma uno de los aviones, lo desdobla y lo lee escuchándose la voz de la poetisa.
Querido poeta:
Me dispongo a enviarte por vía aérea este soneto que escribí sólo para ti. O mejor dicho, para esa parte tuya que sólo a mi me pertenece. Quedo esperando tu respuesta en breve.
La poetisa indivisa.
“Doce veces menstruó sesenta y nueve:
¡ Y en tanto, tú, vencido y cabizbajo,
discurrías meciendo ese badajo
que ningún repicar yergue o conmueve!
¡ Oh, cuán la vida nos resulta breve
para cortarle a la epopeya un gajo!
¡ Qué pronto desistió de su trabajo
este huevón que no hace lo que debe!
Inútil es que invítenlo o lo llamen,
exhorten, amenacen o supliquen,
froten, estrujen, rueguen o reclamen.
Perezoso y undívago cual liquen,
no pediremos ya que te lo mamen,
sino --siquiera-- que te lo mastiquen”. (3.3)


Poeta:
Esta poetisa más que indivisa será por lo pronto interpelada. Ya lo verá esta mula osada, ahora mismo la doy por contestada.
Escribe airado, al terminar llama a la mesera para que entregue la respuesta a quien corresponda. Al entregarla y leer la poetisa se escucha la voz del poeta.
“¡Ay, poetisa, no seas impaciente,
que así recela y se amedrenta el nabo!
Y el que a ratos se ponga negligente
es más viejo que <préstame un ochavo>.
Confirma Ovidio que ello es muy frecuente,
porque Juanito al fin no es nuestro esclavo;
vive su vida propia, independiente,
y eso yo me lo sé de <cabo a rabo>.
Es al ñudo -que dice el argentino-
sacudir a Juanito cuando duerme,
que así mueren las civilizaciones.
Prudencia, poetisa, prudencia y tino:
huye el combate cuando estés inerme
y da un poco de paz a mis cojones.” (3.4)
La poetisa se levanta indignada abriéndose paso entre las mesas a paragüazos e insultos, al llegar a la mesa del poeta lo rodea como el depredador a la presa.


Poeta:
Mucho gusto señorita yo soy...
Poetisa (interrumpiéndolo):
Si, yo se muy bien quién eres tú poeta de pacotilla
Poeta (conciliador):
Y ¿usted es...?


Poetisa (acechándolo):
“¿Que, quién soy yo insensato...?
Shakespeare me llamó genial
Lope de Vega infinita
Calderón, bruja maldita
y Fray Luis la Episcopal.
Quevedo, grande inmortal
y Góngora la contrita
Sor Juana monja inaudita
y Bécquer la mayoral.
Rubén Darío la hemorragia,
la hechicera de la magia.
Machado la alucinante,
Villaurrutia enajenante,
García Lorca, la grandiosa
y yo me llamé la diosa.” (3.5)


Poeta (regocijado):
Homero, la flor sabrosa
libre y jacarandosa
loca de atar y genial...


Poetisa (cambia su enojo por coquetería, se acerca y le pregunta melosa después de meter bajo su vestido un cojín de una silla vacía a manera de vientre de embarazo):
¿Verdad poeta que este hijo es tuyo?, ¿verdad que puedo decir a todos que este fruto tú me lo sembraste?
Se sienta a horcajadas sobre el poeta quién le contesta complaciente:


Poeta:
Sí poetisa, sí, puedes decir a todos que ese hijo es mio, pero, ándale, vete a la casa, la tarde está enfriando. Mira; laureles y jacarandas rebosantes del trinar de las urracas anuncian ya la noche y hay que cuidar del frío a la criatura, yo te alcanzaré más tarde...


Poetisa (interrumpiendo):
Está bien, pero para estar segura que tú eres el padre, quiero que me regales un poco de tu...
Mete la mano en la entrepierna del poeta, pero repentinamente la levanta y le exige apuntando a la cabeza.
...Ingenio, sí eso es, quiero que me regales un poco de tu ingenio, ¿qué tal un verso a consonante forzada.
El poeta resopla aliviado (fiu) y se limpia el sudor que perla su frente.


Poeta:
Está bien, está bien, que te parece este:
“YO, QUE ayer fui diplomático,
aunque un tanto morganático,
y hoy las doy de catedrático
de lo español y de lo ático,
temí parar en maniático
entre el trajín burocrático,
y huí, como del tifo exantemántico,
del trato chirle y del estilo enfático.” (3.6)
Y ahora si cumplido el encargo, anda poetisa ve a tu casa redonda– (Suplica el poeta fatigado)
Sale la poetisa a regañadientes, muy lentamente diciendo:


Poetisa:
Casa redonda tenía
de redonda soledad
el aire que la invadía
era redonda armonía
de irrespirable ansiedad.
Y de ese ambiente redondo
redondo por negativo,
mi corazón salió herido
y mi conciencia turbada
un recuerdo mantenido,
redonda, redonda nada. (3.7)


Poeta:
Yo nunca olvido la cara de una mujer, pero creo que con ésta voy a hacer una excepción.


BIFURCA-DECISIÓN

El poeta recoge sus cosas y se va (Cuadro 8)
El poeta sigue escribiendo. (Cuadro 4)

 

 

CUADRO 4
Homero en Cuernavaca


El poeta escribiendo en la terraza del hotel mientras una voz en off dice:
El poeta “descubre” Cuernavaca en 1947 a la “breve distancia de un suspiro” de la ciudad de México, buscando un lugar para trabajar y un clima y altura más adecuados para la dolencia cardiaca que padece desde 1944. En Cuernavaca se hospeda las primeras ocasiones en el Hotel Chulavista y después se aficiona por el Marik en el centro de la ciudad. Se ocupa en ese año y el siguiente en su traducción de la ”Ilíada” de Homero, recreando el texto original en una versión de versos alejandrinos pareados casi siempre.
Se escucha la primera parte de la música de ¡A Cuernavaca!


A Cuernavaca voy, dulce retiro,
cuando, por veleidad o desaliento,
cedo al afán de interrumpir el cuento
y dar a mi relato algún respiro.


A Cuernavaca voy, que sólo aspiro
a disfrutar sus auras un momento:
pausa de libertad y esparcimiento
a la breve distancia de un suspiro.


Ni campo ni ciudad, cima ni hondura,
beata soledad, quietud que aplaca
o mansa compañía sin hartura.


Tibieza vegetal donde se hamaca
el ser en filosófica mesura.
¡A Cuernavaca voy, a Cuernavaca! (4.1)


Poeta:
Entre septiembre y noviembre del año 48 escribí una colección de sonetos, a manera de divertimento, con algunos de los personajes de la narración griega reubicados en Cuernavaca. Se publicó una primera versión (de lo que sería mi Homero en Cuernavaca) al año siguiente 1949 en la revista Ábside y dediqué esta obra al editor de la misma, “el sabio, inolvidable amigo y probo sacerdote... honra y luto de nuestras letras, desaparecido ha poco en plena labor” el padre Gabriel Méndez Plancarte,Poeta (con los binoculares observa y va anotando con gran celeridad):


De cara a los volcanes hoy prefiero,
pues la ambición y la ignorancia igualo,
deletrear las páginas de Homero,
que me acompaña para mi regalo.


Ensayo, me intimido, persevero,
aquí tropiezo y más allá resbalo:
otro volcán viviente y verdadero,
otro fastigio y otra cumbre escalo.


Pronto el cielo se opaca y estremece,
y el aguacero se desencadena.
Septiembre ruge, la nubada crece,


y cada vez que el horizonte truena,
la soberbia de Aquiles resplandece
y el viento gime con la voz de Helena. (4.2)


(Nubes y relámpagos, lluvia atronadora que se transforma gradualmente en el fragor de una batalla con lucha cuerpo a cuerpo. Ritmos marciales y selección musical sugerida. El poeta dialoga con los personajes que se apartan de la pelea, enfatizando los textos con frases musicales y efectos sonoros. El montaje escénico de los “diálogos” entre el poeta y sus personajes convoca la imaginación creadora multimedios del director teatral para su puesta en escena.
(Paris dirigiéndose a Helena)


-Helena: soy tu ciego enamorado
y a confesarlo sin rubor me atrevo,
pues te descubro en cada rostro nuevo,
a poco que merezca mi cuidado.


Me río yo del pobre porfiado
que investiga si Leda puso un huevo:
yo, para bien o mal, mi sed abrevo
en el presente y nunca en el pasado.


El amor no conoce más victoria
que disfrutar la dicha transitoria,
¡y arda Troya después, no lo deploro!


(Efectos incendio de Troya y continua el narrador con una parodia de locutor de TV)


-Tal presumía un escolar jumento
y, dislocando todo su argumento,
soltó un rebuzno que paró en un lloro. (4.3)


(Rebuzno y sollozos a contrapunto)
(Dice la diosa Hera, con voz femenina imperativa)


-¡Corre, Atenea, que se va la gente!
¡Que se nos quiere ir la gente aquea!
¡Cosas de Agamemnón! ¡Corre Atenea,
que se acaba el poema de repente!


¡Cosas de Agamemnón el imprudente,
que se desboca y luego titubea!
¡Mira tú que incitar a la pelea
haciendo lamentar la patria ausente!


Este segundo canto sin salida
amenaza dejar solo al teatro.
Homero suda. ¡Ayúdalo, querida,


por las barbas del Zeus que idolatro!
¡Díle a Odiseo que, si no se cuida,
no llegamos al Canto Veinticuatro! (4.11)


(El poeta se dirige al rey Agamemnón increpándolo)


¿Quieres decirme, Agamemnón, que saca
de tanta terquedad el mundo aqueo?
Pues a mi no me cuentes que es la jaca
de Aquiles Pelión tu solo empleo


Pero es verdad que sí en el toma y daca,
te desquitas más bien con Odiseo
-”hombre de mundo”-, a esta hora yo no leo
las páginas de Homero en Cuernavaca.


Tú te empeñaste en exigir por eso
que, para compensarte de Criseida,
el intocable Aquiles pierda el seso.


Porque al fin lo de menos es Briseida,
que, de un exceso en otro exceso,
la Ilíada se fragüe -¡y aun la Eneida! (4.4)


(Briseida ha escuchado a hurtadillas y sollozando persigue al poeta y Aquiles en escena, quienes se escabullen y esconden. Inicia el narrador y a partir del “¡Ay” voz femenina)


Dice Briseida más o menos: -¡Ay
Patroclo que a deshora sucumbiste!
Soy sin ti como ave sin alpiste,
carro sin rienda, mástil sin estay.


En tanta confusión y guirigay,
tú mi refugio y mi sustento fuiste,
y el único en dolerte de la triste
que tiene que vivir de lo que hay.


Mi dueño el otro, tú mi confidente,
comprendías que soy viuda en resaca
y que, para mi bien, más conveniente


que mover tanto ruido y alharaca
es que Aquiles hiciera lo decente,
casándose conmigo en Cuernavaca. (4.5)


Dice Aquiles desde su escondite)


Si me preguntas lo que yo más quiero,
te diré que se muda con el día
y que lo va llevando el minutero
y el curso de las horas lo desvía.


No es inconstancia, no; la suma espero,
el desenvolvimiento y la armonía
que prestan intención al derrotero
en una espiral geometría.


Mas si preguntas lo que yo aborrezco,
en una sola frase te lo ofrezco
que recogí en los labios del Pelida:


“pensar y hablar dos cosas diferentes”,
miedo del mundo, engaño de las gentes,
menoscabo del arte y de la vida. (4.6)


El poeta que se encuentra con Afrodita dice


Afrodita de oro, renacida
para desazonar los corazones,
diosa precoz que brotas a la vida
entre sospechas y adivinaciones.


que a toda garatusa desmedida
el gesto huraño y la reserva opones,
y niñeando y como distraída
sabes amedrentar a los fisgones:


A quien ya no presume de galano
y empieza a descender al precipicio,
otórgale la prez del veterano


que con razón rehusas al novicio:
déjame que te tome de la mano
mientras con la mirada te acaricio. (4.7)


Paris


Paris gandul: la nube que te arropa,
si la diosa te nos escamotea,
me alegraré que como esponja sea
y que te haya dejado hecho una sopa.


Irrumpes con dos lanzas por la tropa,
creces al acercarte a la pelea,
ya llenas todo el campo... Y no se crea
que llenas de pavor a quien te topa.


Guerrero de opereta y de chiripa,
tu alegórico bulto se disipa
en cuanto te columbra Menelao.


Muchos hay como tú que obran portentos
a la hora del baño y los ungüentos,
y al combatir son aire y humo y vaho. (4.8)


Materialismo histórico


Si al Occidente se buscó el estaño
o bien por Anatolia y el Euxino,
las tribus espaderas del camino
tienen por fuerza que buscarse daño.


¿Hoy el pirata, y el bribón antaño?
¿Helena hoy, si ayer el vellocino?
¡Ladronerías que, olvidado el tino,
dan en poemas como por engaño!


Cuatro términos hay: Ilión y Esqueria
aduanas son de la explorada vía:
mercado es Tracia, y el Egipto es feria.


Más queda otro sendero todavía
que purga la codicia y la miseria:
la ruta vertical, la poesía. (4.9)


Genealogías troyanas


Zeus lo engendró, lo hubo alguna de las Pléyades:
tal es la dignidad de Dárdano el epónimo.
Su vástago, Erictonio, en Dardania fue rey a des-
pecho de quien lo toma por su ateniense homónimo.


Su hijo Tros, el padre de Ilo, impuso ley a des-
perdigadas comarcas de aquel lugar anónimo;
y de Tros y de Ilo heredó la epopeya des-
pues los nombres de “iliano” y “troyano” el sinónimo.


Ilo tuvo, entre otros, un nieto ilustre: Príamo,
viejo rey de la Ilíada, decente aunque polígamo.
Crió cincuenta príncipes; mas Paris, mala pécora,


le salió mujeriego y vano y sin escrúpulo...
-Puedo seguir; no sigo: me canso del esdrújulo
y, cerrando los párpados, dejo caer la péñola. (4.10)

 

Música y video


¡A CUERNAVACA!


A Cuernavaca voy, dulce retiro,
cuando, por veleidad o desaliento,
cedo al afán de interrumpir el cuento
y dar a mi relato algún respiro.


A Cuernavaca voy, que sólo aspiro
a disfrutar sus auras un momento:
pausa de libertad y esparcimiento
a la breve distancia de un suspiro.


Ni campo ni ciudad, cima ni hondura,
beata soledad, quietud que aplaca
o mansa compañía sin hartura.


Tibieza vegetal donde se hamaca
el ser en filosófica mesura.
¡A Cuernavaca voy, a Cuernavaca!


2


NO SÉ si con mi ánimo lo inspiro
o si el reposo se me da de intento.
Sea realidad o fingimiento,
¿ a qué me lo pregunto, a qué deliro?


Básteme ya saber, dulce retiro,
que solazas mis sienes con tu aliento:
pausa de libertad y esparcimiento
a la breve distancia de un suspiro.


El sosiego y la luz el alma apura
como vino cordial, trina la urraca
y el laurel de los pájaros murmura,


vuela una nube, un astro se destaca,
y el tiempo mismo se suspende y dura.
¡A Cuernavaca voy, a Cuernavaca! (4.12)


Fin X

 

 

CUADRO 5
Jitanjáfora


El embajador se está vistiendo pero se distrae con unos papeles que encuentra sobre su escritorio y se queda leyendo muy rápido y concentrado, al llegar a la última hoja se escucha la lectura subjetivamente con una voz en off que es la de Borges.
“¿Existe ese Aleph en lo íntimo de una piedra? ¿Lo he visto cuando vi todas las cosas y lo he olvidado? Nuestra mente es porosa para el olvido; yo mismo estoy falseando y perdiendo, bajo la trágica erosión de los años, los rasgos de Beatriz.” (5.1)
Queda durante un rato como saboreando las últimas frases del relato (Nuestra mente es porosa para el olvido...). Las repite pausadamente mientras empieza a vestirse de mala gana como embajador. Entra el hijo como cuidándose de no ser visto, se acerca a su padre y cuchichean en secreto, parecen estar de acuerdo en algo. El hijo se sienta frente a la computadora a escribir lo que el embajador va dictando.


Embajador:
“...Pues hete que los políticos
andan a la rebatiña
porque dicen que no dicen
lo que dicen que decían.
Hete que casi revientan
de embustes los periodistas,
y no hay respeto al decoro
de vecinos y vecinas.
Hete que anhelar la paz
resulta cosa dañina,
y el bien social se revuelve
entre no sé qué malicias.
Hete que los mozalbetes
la gramática descuidan
y se vuelven escritores
por artes de brujería.
Ayer, cuando yo era mozo,
las cosas eran distintas,
que aunque siempre ha habido fraudes
y siempre hubo mentiras,
ayer el mal cabalgaba
a caballo o en berlina,
en bicicleta a lo más,
nunca en máquina más viva,
y hoy el mal circula en auto,
en aeroplano camina,
anda en cohete de chorro
y por “internet” se comunica...” (5.2)


Entra la esposa disgustada, pero poco a poco va tornando su enojo en complacencia al descubrir la complicidad creadora de padre e hijo, quienes fingen no percatarse de la presencia de la mujer.


Esposa:
¡Vaya! veo que los señores han decidido no asistir a la cena de despedida del decano de los embajadores. Y creo adivinar por qué.


Hijo (se levanta y acercándose cariñoso):
Sí mamita, tú bien sabes que no nos gustan las ceremonias en las que hay que poner cara de circunstancia, y como bien dice mi papá: “Impuesta, ni la felicidad. A fuerza, ni la gloria eterna”.


Esposa (al hijo abrazándolo):
Está bien, después de los análisis clínicos de la semana pasada, no cabe la menor duda que su corazón presenta un alto riesgo de falla. El doctor ha recomendado que definitivamente tiene que abandonar este ritmo de vida, tanto trabajo y preocupaciones ponen en riesgo su existencia...


Embajador (interrumpiéndola):
Vamos mujer, no es para tanto, Tú bien sabes que mi trabajo es lo que da sentido a mi vida. Leer y escribir es mi destino, escribir es como la respiración de mi alma, la válvula de mi moral. No lo digo por jactancia, es un hecho tan independiente de mi como mi estatura, mi gordura o el color de mi pelo. Si mi corazón está cansado seguramente se debe a que mi trabajo lo hago, con todo el corazón.
Pero dejemos esa cara de circunstancia que empieza a tomar forma en sus rostros y vamos a jugar nuestras adivinanzas. Pero antes, quiero compartir con ustedes un hallazgo al que puse preliminarmente el nombre de jitanjáfora.


Esposa e hijo (al unísono):
Jitan... ¿qué?

 

Embajador:
Jitanjáforas, ji-tan-já-fo-ras


Esposa:
¡Ya sé! debe ser uno de esos platillos de tus anales de cocina y bodega que piensas ofrecer en la próxima comida del domingo.
Embajador (Quitándose la casaca y el gorro para quedar como poeta):
“La verdad es que en el taller del cerebro se amontonan tantas virutas. De tiempo en tiempo, salen a escobazos por la puerta de las palabras; pedacería de frases que no parecen de este mundo, o meros impulsos rítmicos, necesidad de oír ciertos ruidos y pausas, anatomía interna del poema: necesidad que algunos confunden con la inspiración... (5.3)


Hijo:
Bien; pero ¿qué significa eso de ji-tan-já-fo-ras?


Poeta:
¡Paciencia, paciencia! Los ángeles que se impacientan se caen del cielo.
“Antes de que Dios creara todas las cosas, Jehová se aburría divinamente.
-Me siento poeta- dijo al fin-. Sea la luz.
Y fue la luz. Y fueron creados tierra y cielos, las aves, los peces, los camellos, y el hombre. Adán recibió el encargo de denominar algunos entes secundarios de la creación; desde luego, los animales. Cuando acabó de nombrarlos todos, siguió a su vez creando objetos nuevos con la palabra. Y Jehová observó:
-Atajemos a Adán. De otra suerte el mundo será pequeño para tanta creación y el continente menor que el contenido, lo que significaría una peligrosa anticipación sobre mi lógica de extrema izquierda que, como lo mejor de mi mismo, dejo para el final.” (5.4)


Hijo:
Eso está muy interesante; pero ¿qué tiene que ver con las ji-tan-já-fo-ras?


Poeta:
¡Paciencia, paciencia! Los ángeles no se impacientan, por que si lo hacen se caen del cielo.Hijo:
Pero no nos dices qué son las jitanjáforas y yo ya quiero empezar las adivinanzas, por que hoy si te voy a ganar.


Poeta:
Bueno, vamos a jugar a las adivinanzas, pero antes recordemos ese juego fantasioso que Salvador Díaz Mirón, solía representar ante el coro extasiado de sus muchas admiradoras.
“- Si compongo en caracteres de imprenta una página del Quijote; si luego desordeno los tipos y los voy arrojando al suelo, encontraré millones y millones de arreglos casuales; pero nunca ¡nunca otra vez! la casualidad podrá rehacer el trozo de Cervantes. Luego Dios existe.
El cálculo de probabilidades, estadísticas de lo infinito, viene así a darnos contra los muros de la omnipotencia divina, o más bien, nos abre atisbos sobre las confusas lontananzas de Dios.” (5.5)


Hijo (impaciente):
¡Papá!...


Poeta:
“En suma: que unas palabras crean, otras ni crean, ni destruyen, y otras destruyen a fuerza de mucho crear. La creación literaria está en hablar o escribir bien: no crea todo el que habla o escribe...
Las palabras son huéspedes ociosos del alma, hongos alucinantes de la pesadilla. A veces en medio de la conversación, sin que nadie sepa, las aludimos de pasada como a pecados conocidos. Nadie nos entiende. Sonreímos. Somos generales de un profundo ejército de sombras. No hay que disimularlo más.
En este suelo movedizo brota, como flor verbal, la jitanjáfora.
Filiflama albe cundre
ala alalúnea alífera
alveolea jitanjáfora
liris salumba salífera
Olivia oleo olorife
alalai cánfora sandra
milingítara girófara
zumbra ulalindre calandra.
Todos, a sabiendas o no, llevamos una jitanjáfora escondida como alondra en el pecho.” (5.6)

 

 

CUADRO 6
Juego de la jitanjáfora


Esposa e hijo buscan acomodo alrededor del poeta.


Hijo:
¡Ya entendí! Por ejemplo, cuando llamo a mi gato Cuco diciéndole; bishito, bishito, bishito estoy usando una jitanjáfora.


Poeta:
¡Correcto! “En cada corriente de aire hay repartidos ángeles y jitanjáforas”. (6.1)


Esposa:
O como esa égloga imitativa que los niños suelen representar en Navidad.
“El gallo:
¡Cristo naciooooó!
El borrego;
En Beeeleeeén!
El guajolote:
¡Gordo, gordo, gordo!”


Poeta:
¡Muy bien! Veo gustoso que nos estamos entendiendo y ahora yo propongo una jitanjáfora digna de la musa de los acertijos ortográficos:
“Allá se lo haya el aya si no halla al niño debajo del haya.” (6.2)


Hijo:
Entonces también lo es este verso que me regaló Jorge Luis en mi cumpleaños:
“Por el río Paraná
viene navegando un piojo,
con un lunar en el ojo
y una flor en el ojal.” (6.3)


Poeta:
Según dicen algunos estudiosos, al emperador Carlos V le gustaba jitanjaforizar y decía: “el inglés para los pájaros, el italiano para las damas, el francés para los hombres, el español para mi Dios.” (6.4)

 

Esposa:
Eso me recuerda aquel verso de Tomás Navarro Tomás:
“Silbido es la lengua inglesa,
es suspiro la italiana,
canto armonioso la hispana,
conversación la francesa.” (6.5)


Hijo:
Y que les parece esta que acabo de inventar:
“Ayer saliste de misa
te saludé muy decente.
Pude ver en tu sonrisa
que había frijol en tu diente.” (6.6)


Poeta:
Ahora unas rimas atroces o quintillas disparatadas de Tomás de Iriarte.
“En la Historia de Mariana,
refiere Virgilio un cuento
de una ninfa de Diana
que por ser mala cristiana,
fue metida en un convento.
Salió Scipión Africano
a impugnar esta opinión,
publicando en castellano
una gran disertación
sobre el Caballo Troyano.” (6.7)


Esposa:
“Anoche de madrugada,
ya después de mediodía,
vi venir en romería
una nube muy cargada.” (6.8)


Poeta:
“Sombra le pedí a una fuente,
agua le pedí a un olivo;
que me han puesto tus quereres
que no sé lo que me digo.” (6.9)

 

Poeta:
Ya con esta me despido, pues los cuatro puntos cardinales, son tres, el norte y el sur.
“Gran música el lenguaje, indecisa escultura de aire vaciada en la cavidad de la boca. Ceden su tono y sus compases a las caricias, a las exigencias de cierta topografía en el fuelle del pecho, las cuerdas vibratorias de la garganta, la corneta o resonador de la nariz, el muro de rechazo y apoyo del paladar, el puente movedizo de la lengua, las almohadillas de los labios y los sutiles respaldos de los dientes... ¿Qué es, junto a esto, el lenguaje escrito, delgada sombra, vicio de los que queremos seguir hablando hasta en silencio.” (6.10)

 

BIFURCA-DECISIÓN
El poeta recibe una llamada y decide quedarse a jugar. (Cuadro 7)
El poeta recibe una llamada y se va apresurado (Cuadro 8)

 


CUADRO 7
Adivinanzas


Esposa tomando distancia del poeta.


Esposa (al público):
“El pensamiento de nuestro poeta, como el de su entrañable amigo y mentor Pedro Henríquez Ureña, no descansaba nunca. Mientras seguía el hilo de la charla, iba construyendo, para sí, otra interior figura mental. Y al revés, dejaba correr su charla sin percatarse, aparentemente, de las cosas que lo rodeaban. Yo misma pude comprobarlo: Se sentaba en su sillón verde -que aún esta junto a su lecho- y parecía dormir, pero no, estaba más atento que nunca y si alguno de la familia equivocaba una palabra en el crucigrama o bien aseguraba haber leído tal o cual poema y lo recitaba mal, saltaba para explicar pacientemente la palabra o corregir el poema... La memoria de nuestro poeta era prodigiosa y mi hijo y tiempo después nuestras nietas se divertían jugando con él a las adivinanzas literarias: tomaban algún libro clásico, de cualquier lugar al azar de la biblioteca y leían un trozo, ya en prosa, ya en verso, y a las primeras de cambio, nuestro poeta adivinaba autor y obra, ante el asombro de los que lo rodeábamos” (7.1)


Hijo:
Después de seleccionar libros en diferentes estantes abre uno al azar y lee:
¡Mi ineptitud llegó a confundir a un coronel con un termómetro!


Poeta:
¡Vaya! me la pusiste muy fácil, eso es de Oliverio Girondo, girando Girondo en un remolino sin fondo.


Hijo:
Estoy seguro que esta sí que no la sabes:
Ala baja mensajera
es el abanico si
el mismo es que tras de ti
a si propio espejo fuera.


Poeta:
Hijo mío, como si no conociera a Mallarmé a quien por su obra intensamente amé.
El hijo va distribuyendo entre el público asistente otros libros (citas) para ser preguntadas por los espectadores.


Espectador 1:
Nadie lo ha visto nunca
y ningún hombre puede ver otra cosa.


Poeta:
Esa es la mejor definición del universo y de Borges la escuché.


Espectador 2:
No tengo ambiciones ni deseos.
Ser poeta no es una ambición mía,
es mi manera de estar solo.


Poeta:
Aunque Alberto Caeiro como uno de sus heterónimos firmó ese poema la impronta de Fernando Pessoa es inconfundible.


Espectador 3:
El que quiere despojarse de un mal sabe siempre lo que quiere; el que busca más de lo que tiene es más ciego que un atacado de cataratas.


Poeta:
Y que lo digan los ricos y poderosos que jamás leerán a Goethe.


Espectador 4:
En los valles y montes
de tu cuerpo amanece.


Poeta:
Y se perfila sonriendo Octavio Paz en un Árbol adentro.


Espectador 5:
La tarde, como un gato, salta.
La penumbra, las uñas
que resbalan.


Poeta:
Eso es de mi paisano y libertario poeta el arcángel Gabriel Z.


El Ficcionario poético dietético anexo a esta obra ofrece más de trescientas sesenta y cinco imágenes poéticas para ser recreadas y combinadas ad libitum por el lector, actor, director... de forma libre e imaginaria.

 

Fin Y

 

 

CUADRO 8
Salambona


El poeta sigue a Salambó, bajo las notas de la Chica de Ipanema. Ella lo esquiva, lo provoca, lo acepta o lo rechaza, utilizando el escote o el estoque según va mudando su ánimo. La metáfora escénica es una danza simbólica ejecutada sobre un tablero de ajedrez, con un lecho al fondo.


Poeta:
He disfrutado mucho con esta obra de teatro... especialmente en los descansos y sobre todo cuando por fin todo termine.


Salambona:
Pues para mi lo mejor ha sido el ridículo sombrero que traía puesto la señora sentada junto a mi en la función.


Poeta:
No pienses mal de mí, Afrodita núbil. Mi perdición es cosa seria, mis intenciones formales, mi compromiso total. Te juro por la nómina de santos del Vaticano que mi interés por ti es:... puramente sexual.


Salambona (desentendiéndose y coqueteando con alguien del público):
Fíjate que hombre más guapo, el peinado combina con el saco y la camisa con su inteligente sonrisa.


Poeta (al público):
Lo malo de enamorarse es que muchos lo confunden con la viruela y, cuando se han curado del padecimiento, se encuentran con que se casaron, tienen hijos y están próximos a morir.


Salambona
Todo lo que soy se lo debo a mi bisabuelo Salomón. Si el viviera todavía, todo el mundo hablaría de él, sería sin lugar a dudas el hombre más famoso de la tierra.


Poeta (intrigado):
Y ¿por qué crees tú que sería tan famoso?


Salambona (al público):
¡Ay! Pues por que tendría 200 años.


Poeta (se aleja ensimismado):
Esta musa sutil como por ensalmo “no me deja llegar hasta ella, aunque todo el día parece provocarme, no sólo con sus gracias y prendas, sino también con el tacto y las miradas, y aún con la sensualidad espontánea (¿inconsciente?) de sus maneras. Pero no me deja llegar hasta ella, cuando me adelanto hacia el terreno sagrado, me ataja con una observación visual. Todo el día la estudio y trato de entenderla Debo de estar muy apasionado si, como supongo, el amor humano y el amor divino consisten igualmente en una larga meditación para captar el objeto amado.” (8.1)


Salambona (coqueteando al poeta):
Dime cariño, si viviéramos juntos, ¿tendremos una casa maravillosa?


Poeta (se acerca entusiasmado):
¡Claro mi amor! tendremos una casa que cante, con rincones de ensoñación poética, fuentes brotantes de las musicales esferas y un jardín multi florido con senderos que se bifurquen hasta el infinito.


Salambona (abrazándolo):
Pero temo que cuando llevemos un tiempo casados, aparezca una hermosa joven en tu vida y te olvides de mí para siempre.


Poeta (correspondiendo a la oportunidad):
No te preocupes, si eso pasa, juro por Venus Afrodita que te escribiré todos los fines de semana desde la terraza de mi hotel en Cuernavaca.


Salambona (rechazándolo indignada):
Miserable condición la del verdadero amor que sólo se presenta una vez en la vida... y luego ya no hay quien te lo quite de encima.


Poeta (al público):
Es verdad, el amor eterno nunca dura más de tres semanas. “Gran ergotista el amor, consumado escolástico, doctor sutil. Constantemente parte cabellos en dos, enreda y desenmadeja. ¿Amar es un extremo agudo del razonar?. No es tal su esencia, pero sí su procedimiento... No entre en los jardines de la psicología quien no entienda de geometría... “¿ Será la psicología un vicio?”-se preguntaba Nietzsche.” (8.2)


Salambona:
Creo que debería buscar a mi primo, el rico cafetalero aquél del que tú ya sabes.


Poeta (indignado):
¡Ni se te ocurra, volverlo a mencionar!


Salambona:
Pobre, estaba tan nervioso cuando rompió los derechos de aduana, que yo francamente no sentí nada.


Poeta (al público):
“No quiero negar que vivo celoso, celoso hasta la furia, aunque no lo dejo ver, que estaría perdido. Pondero, en mi interior, los inacabables recursos de que un temperamento así puede disponer para el engaño, la fuga, el escondite, el esquinazo.” (8.3)


Salambona:
Y el insistía tanto en que nos casáramos, y tiene tanto dinero... Aunque eso si, es más viejo y feo que cierto poeta que conozco... Tiempo después el primo renovó sus ofertas. Le dije que era necesario ensayar antes para ver si daba buen resultado. Aunque se asustó un poco, acabó por aceptar. Tuvimos unas cuantas sesiones sin sentir de mi parte el menor placer. Creí que así era la cosa, que era un defecto mio.


Poeta (al público):
“¿Y por este monstruo de perversidad y frigidez, que más hace pensar en ciertas historias desconcertantes de escandinavas, es por quien yo ando perdido y loco.?... hasta dónde puede llegar la miseria humana, cuando tan afanosamente nos abrazamos a lo que más daño nos hace..” (8.4)


Salambona (suspirando):
Y tiene tanto dinero.


Poeta (al público):
A veces deseo no ser yo el que ataque, sino esperar la insinuación o la invitación de ella, “Voy a juntar fuerzas para hacerlo así. Pero ¿cuál será la enseñanza que extraiga de este experimento? Lo ignoro todo. Me he enfrentado con una divinidad más fuerte que yo. Esto no estaba en mis libros. Tal vez otros hayan pasado por trances como el mío, pero nadie ha tenido el coraje de contarlo... para escarmiento de los demás. Algunos lo aprenderán de mí, cuando yo me muera.” (8.5)


Salambona se acerca por la espalda y lo abraza apasionada para conducirlo al amor. Mientras se desarrolla esta escena se escucha en off la voz del poeta.


Poeta (voz en off):
“Ha comenzado a ser mi amante. Como yo lo suponía, no era virgen pero tampoco era una verdadera mujer. A pesar de su erudición teórica, de su conocimiento del amor por conversaciones y relatos, asegura que no había llegado al placer, que nunca ensayó las travesuras entre niñas ni los goces solitarios. Y lo más extraño es que parece verdad, aunque tiene la imaginación acostumbrada a los peores excesos. Sus preguntas, en aquel momento, eran de un candor desconcertante.” (8.6)


Salambona (deteniendose con brusquedad del juego amoroso):
¿Dime, es verdad que las mujeres decentes no se desnudan completamente en estos menesteres? (luego vuelve a lo suyo)


Poeta (voz en off):
“Ha comenzado a ser mi amante y no puedo decir que me desilusione. Al contrario. Tiene el cuerpo más agradecido que he tratado en mis experiencias. Pero, en cuanto acabamos con aquello --como yo me lo sospechaba-- es inútil querer rumiarlo, recordarlo, delectarse morosamente haciendo alusiones. Nada, nada. Cae el telón, A otra cosa, se vuelve a la vida convencional, social, insípida, seca, frígida. Y eso que hasta me ha pedido para de una vez conocerlo todo, ciertos ensayos atrevidos que en ocasiones ha aceptado con gustosa sorpresa y en otras con sinceras lágrimas de arrepentimiento... Sus historias de incipiente malicia despiertan en mí verdaderos amagos de salacidad que ella nunca acompaña, aunque los encuentra muy divertidos. No pierde el sentido del humor ni a la hora del éxtasis. Sí se me ocurre quedarme inmóvil y hacerla trabajar por mí...” (8.7)


Salambona (en tono de reclamo):
¡Pero estoy como el portugués del abanico, que movía la cara y mantenía inmóvil el abanico, para no gastarlo! (Vuelve a lo suyo hasta el éxtasis, al término se viste y peina cuidadosamente mientras el poeta canta)


Poeta (cantando):


“¡AY, SALAMBÓ Salambona,
ya probé de tu persona!
¿Y sabes a lo que sabes?
Sabes a piña y a miel,
sabes a vino de dátiles,
a naranja y a clavel,
a canela y azafrán,
a cacao y a café,
a perejil y tomillo,
higo blando y dura nuez.
Sabes a yerba mojada,
sabes al amanecer.
Sabes a égloga pura
cantada con el rabel.
Sabes a leña olorosa,
pino, resina y laurel.
A moza junto a la fuente,
que cada noche es mujer.
Al aire de mis montañas,
donde un tiempo cabalgué.
Sabes a lo que sabía
la infancia que se me fue.
Sabes a todos los sueños
que a nadie le confesé.
¡Ay, Salambó, Salambona,
ya probé de tu persona!
Alianza del mito ibérico
y el mito cartaginés,
tienes el gusto del mar,
tan antiguo como es.
Sabes a fiesta marina,
a trirreme y a bajel.
Sabes a la Odisea,
sabes a Jerusalén.
Sabes a toda la historia,
tan antigua como es.
Sabes a toda la tierra,
tan antigua como es.
Sabes a luna y a sol,
cometa y eclipse, pues
sabes a la astrología,
tan antigua como es.
Sabes a doctrina oculta
y a revelación tal vez.
Sabes al abecedario,
tan antiguo como es.
Sabes a vida y a muerte
y a gloria y a infierno, amén.” (8.8)


Salambona termina de arreglarse y se va, sin hacer caso a las súplicas del poeta para que permanezca con él.
Poeta (afligido):


¡ POR FAVOR ...!
Brasil ¿me das a la moza
que ha tiempo he dado en querer?
Mira que si me la niegas
enloquezco, y yo no sé...
La espada de mis mayores
descuelgo de la pared,
y entro a tajos por el mundo
como el que se va a perder.
La pido por cortesía,
cédemela tu por ley.
No se diga que desoyes
a los que te quieren bien;
no se diga que no sabes
pagar y corresponder;
no se diga que me pierdo
por culpa de una mujer. (8.9)
(Mientras la luz disminuye hasta oscuro total)
...Dizque íbamos a vivir,
dizque íbamos a viajar,
dizque ibas a acompañarme
y a entenderme y lo demás.
Y bien sé que no, y no importa,
y que más da,
¡si lo poco que durara
era de felicidad!
–¿QUÉ TIENES, alma, que gritas
a tu manera y sin voz?
–Los caminos de la vida
no llevan a donde voy. (8.10)

 

Se escucha música de Amor que aguantas mientras el poeta en sombras escribe


AMOR QUE aguantas y aturas
las verdes y las maduras,
amor que atacas sin venda
para que nadie lo entienda,
amor con erudición:
lo que te sobra es razón
¿Cómo das en lo excesos
cuando no te faltan sesos?
¿Cómo, si la ves abierta,
estás llorando a la puerta,
amor que aguantas y aturas
las verdes y las maduras?
Amor, me has puesto en un brete,
que ando ya en cuarenta y siete,
y hay que ser menos quimérico
a vistas del climatérico.
Pero a ti nada te importa,
viendo que la vida es corta,
y a ti poco se te da
si el arte es largo, ¿verdá?
Reniego de tanta fiebre
y desordenado afán:
reniego de ¨lo muliebre¨,
como diría Gracián. (8.11)

 

Fin Z


Referencias bibliográficas
1.1 REYES, Alicia. Cómo apreciar a Alfonso Reyes. Panorama Editorial. México 1990, pp.23-27
1.2 CURIEL, Fernando. El cielo no se abre. Semblanza documental de Alfonso Reyes. El Colegio Nacional. Universidad Nacional Autónoma de México. México. 1995, pp. 136-137
2.1 REYES, Alicia. Cómo apreciar a Alfonso Reyes. Panorama Editorial. México 1990, pp.54-56
2.2 REYES. Alfonso. Obras Completas de Alfonso Reyes. Fondo de Cultura Económica. México 1989 Vol. XXII, pp. 429-430
3.1 REYES. Alfonso. Obras Completas de Alfonso Reyes. Fondo de Cultura Económica. México 1989 Vol. X p.
3.2 REYES. Alfonso. Obras Completas de Alfonso Reyes. Fondo de Cultura Económica. México 1959 Vol. X, p. 210
3.3 REYES. Alfonso. Obras Completas de Alfonso Reyes. Fondo de Cultura Económica. México 1989 Vol. XXIII, pp. 558. Versión libre del soneto de Salvador Novo.
3.4 Ibid. p. 559
3.5 AMOR, Guadalupe. Guadalupe Amor. Universidad Nacional Autónoma de México. México. 1991 p. 28
3.2 REYES. Alfonso. Obras Completas de Alfonso Reyes. Fondo de Cultura Económica. México 1959 Vol. X, p. 301
4.1 REYES. Alfonso. Obras Completas de Alfonso Reyes. Fondo de Cultura Económica. México 1959 Vol. X, pp. 403-404
4.2 Ibid, pp. 404-405
4.3 Ibid. p. 411
4.4 Ibid. pp. 418-419
4.5 Ibid. p. 412
4.6 Ibid. p. 417
4.7 Ibid. p. 418
4.8 Ibid. p. 410
4.9 Ibid. p. 407
4.10 Ibid. pp. 407-408
4.11 Ibid. p. 410
4.12 Ibid. pp. 404-405
5.1 BORGES, Jorge Luis. Narraciones. Salvat Editores. Navarra 1982. p.79
5.2 REYES. Alfonso. Obras Completas de Alfonso Reyes. Fondo de Cultura Económica. México 1959 Vol. X, pp. 303-305
5.3 REYES. Alfonso. Obras Completas de Alfonso Reyes. Fondo de Cultura Económica. México 1962 Vol. XIV, p. 191
5.4 Ibid p. 192
5.5 Ibid pp. 194-195
5.6 Ibid pp. 193-197
6.1 REYES. Alfonso. Obras Completas de Alfonso Reyes. Fondo de Cultura Económica. México 1962 Vol. XIV, p. 199
6.2 Ibid p. 205
6.3 Ibid p. 206
6.4 Ibid p. 208
6.5 Ibid p. 208
6.6 Ibid p. 211
6.7 Ibid p. 214
6.8 Ibid p. 214
6.9 Ibid p. 215
6.10 Ibid p. 209
7.1 REYES, Alicia. Genio y figura de Alfonso Reyes. Fondo de Cultura Económica. México 2000, p. 275
8.1 REYES. Alfonso. Recoge el día. Antología temática. Tomo I, El Colegio Nacional. México 1997. Alfonso Rangel Guerra (selección y prólogo), p. 297
8.2 Ibid p. 297 y 305
8.3 Ibid p. 301
8.4 Ibid p. 304
8.5 Ibid pp. 306-307
8.6 Ibid p. 303
8.7 Ibid p. 304
8.8 REYES. Alfonso. Obras Completas de Alfonso Reyes. Fondo de Cultura Económica. México 1959 Vol. X, pp. 157-158
8.9 Ibid p. 286
8.10 Ibid pp.161-164
8.11 Ibid p. 159
Adivinanza
Nadie lo ha visto nunca
y ningún hombre puede ver otra cosa
JLB